jueves, 14 de junio de 2007

PEN-sando






No tengo idea de por qué pero pienso demasiado. Lo siento como algo patológico y como una mierda bendita. Me sirve a veces, otras veces me anula. Pienso en todas y cada una de mis acciones después de haberlas hecho (por supuesto, impulsivamente).


Pienso con detenimiento dónde y cómo pero en el momento me pierdo. Pienso las mil y una formas de hacerlo y después hago lo que me sale en el momento. Pienso en los por qué y me ahogo. Pienso hasta cuándo y lloro.


Cuando más necesito pensar las cosas antes de actuar llega el impulso, abre la puerta y pasa. Hace tiempo que no tolero que me digan gato (bromeando), ya que siempre caigo mal parada. [Te lo advierto, no me llames gato]


Y entonces llega el momento en que quiero que todo se valla al diablo y actuar por que sí no más y no, no puedo. No puedo porque siempre están las dudas. Me abstengo a las consecuencias y no me arriesgo. Como dijo esa maldita profesora: "sos una alumna insegura". (gracias al lápiz)




Silva la pava y me acordé que no tengo leche en la heladera. Me voy a pensar... sólo por un rato.