miércoles, 8 de agosto de 2007

A un churumbel

Todo tan a prisa,
era obra del destino taimado.
Te sentí encerrado, atrapado.
Te descubrí, ignoto.
Entre tus verdades y las mías,
abismos.
Pero tu mirada, traslúcida,
me incitaba a investigarte.

Ese estado de placer.
Deleite puro concebido: nirvana.
Te espero porque quiero
esta bienaventuranza con vos.

Un poco de vos, conmigo.
Mucho de mí, en mí.
Entre nosotros; el Tiempo,
quien nos destituye, nos priva.

No es pretexto, es antídoto.
Porque te espero y desespero.
Comprendí que sufrir por un querer
desarma y debilita.
Pero mi conciencia y yo
no arribamos.