Comienzo un diálogo con mis ganas y hay ganas de desterrar.
Todo lo innecesario va al tacho. Todo lo que no me da paz va al tacho. Todo lo que no me da paz va al tacho (repetición necesaria para convencerme y aplicarlo).
Duele arrancar eso podrido, pegado que alguna vez fue amor, o eso nos hizo creer.
Por más que implore, mis héroes no dan señal. Están ahogados, perdidos, derrotados por la mentira.
Los hiere y tanto, que se debilitan hasta perecer. La mentira los hiere, y más el engaño, y más la hipocresía.
Voy a empezar, por mí y por ellos (más por mí... aunque soy ellos), a desprenderme de toda esa pudredumbre...
Todo lo que me harte va al tacho. Eso que me desprecie será doblemente despreciado (no es venganza, ni justicia).
El rencor va al tacho. La lástima y la discriminación también, sin dudas.
Todos los recuerdos podridos de un pasado podrido van al tacho. Me interesa, del pasado, la bienaventuranza.
El prejuicio va al tacho. "Ver para creer", me alcanza.
El deseo excesivo de plenitud va al tacho. Principio de realidad.
La perfección va al tacho. La imperfección de las cosas las hace ser.
Los "mientras tanto" al tacho. Todos y cada uno de ellos.
El tiempo, fiel enemigo, es quien se encarga de lograr mi total desasosiego.
Las mal vivencias experimentadas, en general, serán desterradas. Teniendo en claro que vendrán nuevas y se aferrarán hasta doler. Entonces será el momento oportuno para un nuevo destierro, siempre mental y tan elemental.
Los del corazón no logro despojarlos.