viernes, 2 de noviembre de 2007

world bus

Por supuesto, nada es gratis en esta vida. Hay que pagar hasta para disgustarse. Es un viaje, por un camino, lleno de gente, gente insatisfecha. Gente apurada, cansada, asustada, criando malvas antes de tiempo.
Es subir al infierno. No es paradoja, es infierno.
El saber que estoy limitada a hacerlo me congoja y me aborrece. Limitada por incompleta.
Primero hay que esperar, padeciendo. Luego se padece netamente. Una butaca, toda una gloria. Butacas vagas, casi escabeles de tan maltratados y tristes. Las butacas de los micros sufren ultrajes. Y no es suficiente tanta vanidad que hasta el más mínimo roce llena el contexto de rencores y enemistades. Como si esto fuera pequeñez de niño malcriado, se condensa un aura de pestilencias. Totalmente incomparable, arduamente insoportable.
Me urge la necesidad de contar las mal vivencias de tan infame invento.