Abombada de contenido.
Desordenada y numerada.
Número doscientos cincuenta y pico.
Presionando fuertemente su mente.
Busca desahogar.
Trata de librar su parte consiente.
Necesita otra gente y un bar.
En su oscura integridad,
brillaba un esbelto cierre.
Dos manijas para manos
que no la supieron acariciar.
Destrozada y dolorida.
Ahogada en un fusco llanto.
Odiando y amando a la vida
en un mismísimo canto.
La cerraron, la privaron.
La asfixiaron, la abandonaron.
La frustraron, la maltrataron.
La dañaron, la golpearon.
Las desmerecieron a ambas
por no haber entendido
lo vital de su simpleza.