Me despertó un sonido ensordecedor. Ma' qué sonido! Ruido, punzante, tajante. Las paredes comenzáron, frágiles fortalezas, a resquebrajarse.
Hiriente y continuo, como impuesto maliciosamente. Ruido, y ahora vibraciones...
Temblores, terremotos y yo. El "magnánimo castillo" de cuatro paredes, techo, puerta y ventana, se derrumbaba. Yo inmóvil, llena de pocos segundos.
Paralizada, aterrorizada... y quieta. Fuera de mí, pero ahí adentro.
El destino estaba cantado, horriblemente amplificado. El ruido y los escombros me consumieron.
Ahora soy algo, un problema más para los vivos... y duermo mi sueño eterno.