Pues bien, esto se volvió carne en mí. Acostumbrada a la necesidad del vacío, y ahora la sed que chilla.
Las ventanas más amplias que mostraban una clara realidad, se colmaron de oscuridad. Perdón, de contra luz. Ahora hay confusiones, ignorancia. Ahora tengo miedo de equivocarme y me queda claro que es inminente el error. Las decisiones son el límite de la tortura, en la puerta de la muerte. Con muerte hubiera sido mejor.
Esta turbación que, por alguna causa que desconozco, se hizo presente ante mí, llena los espacios que imploraría vacíos porque así los necesito. Pero no, más bien llenos y más mal por llenos de oscuridad.
Que la oscuridad conlleva al miedo es indiscutible para mí, y es por eso que mi tempestad se acerca, lo sé... se acerca y me busca la desgraciada. No hay peor cosa que en mí se vuelva caos que la inseguridad.
Insegura me veo, entre tanto y nada. Es que "un montón de nada" y yo, no nos aliamos. No porque ella no quiera, sino porque yo me reuso, y fiel me encuentro ante esa decisión.
Esto me confunde, como pueden apreciar, y me voy... ya.