Veo el par de piernas más débiles
y bajo cada una de ellas
un pie que les da firmeza con fuerza involuntaria.
Un pecho lleno de aire.
Un estómago anudado.
Un cuello siendo el sostén
de una cabeza plenamente desequilibrada.
Contenedora del cerebro peor ordenado.
Dos brazos que flaquean.
Una cara con ojos perdidos.
Una nariz que apunta al piso.
Una boca semi abierta y
una lengua que humedece
los labios más salados.
No veo a una mujer,
tampoco a una niña.
Veo un cuerpo sin alma, transparente.
Pero siendo su exterior,
su mismísimo interior.
Veo mi reflejo en el espejo.
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